Joven sentada al borde de la cama con gesto sereno y triste, sosteniendo una taza, iluminada por la luz suave de una ventana en una habitación tranquila.

Hoy no estoy bien. Y eso también está bien.

Hay días en los que no tengo ganas de nada.
Días en los que todo me pesa, y no sé ni por qué.

Antes me culpaba por sentirme así.
Me decía que tenía que ser fuerte, positivo, productivo.
Pero ahora sé que hay días que simplemente no son buenos. Y no pasa nada.

No necesito arreglarme a la fuerza.
No tengo que fingir que estoy bien.
Solo tengo que dejar que pase. Respirar. Esperar. Y confiar en que volveré a estar en mi sitio.

Porque estar roto un rato no significa estar roto para siempre.

Y eso, con el tiempo, también lo aprendes.

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