A veces siento que escribo para nadie.
O peor aún: para gente que no me entiende.
No escribo lo que está de moda. No busco caer bien. No busco likes ni aplausos ni club de fans.
Escribo porque si no lo hago, algo dentro se me pudre. Porque tengo cosas que no se pueden decir en voz alta, pero que se liberan en una página vacía.
Hay días en los que me pregunto:
¿Quién va a leer esto? ¿A quién le importa lo que pienso? ¿Qué sentido tiene?
Y luego, me callo la boca. Me siento. Y escribo igual.
Porque aunque no haya ruido afuera, hay eco dentro.
Y si al final resulta que nadie lo lee… bueno, al menos lo escribí. Al menos fui yo sin filtros.
Porque a veces, escribir es como hablarle a los fantasmas.
Y la magia está en que, a veces, te contestan.
