No digo que borres tus redes. Ni que te vayas al monte a abrazar árboles.
Pero sí que lo pruebes un día: apagar el móvil unas horas. Cerrar todo. Silencio. Vida.
Porque a veces nos pasamos el día viendo vidas ajenas, y nos olvidamos de la nuestra.
Y eso agota. Nos distrae. Nos vacía.
Recomiendo desconectar, aunque sea un rato.
Para mirar por la ventana. Para escribir en una libreta. Para poner música y no hacer nada.
Porque a veces, lo que más necesitas no está en el móvil. Está justo detrás de ti, esperándote.
No hace falta desaparecer. Solo parar un poco.
Y cuando vuelvas, todo seguirá ahí.
Pero tú estarás un poco más entera.
